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EL  JUICIO  FINAL

     La culminación del evangelio es la segunda venida de Cristo.  Este evento es mencionado por los escritores del Nuevo Testamento más de trescientas veces.  Conectado con este evento está la liberación y vindicación del pueblo de Dios.  Abraham y los otros profetas esperaron este suceso, con placer anticipado (vea Hebreos 11:10, 13-16).
     En la contemplación de esta escena, Juan vio a la novia, la iglesia de Cristo, vestida de blanco.  “Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos.” Apocalipsis 19:8.
     Sabemos que esta novia es la iglesia o los santos de Dios (vea 2 Corintios 11:2;  Efesios 5:23-24).  La gran mentira de Satanás ha sido que la salvación consiste en nuestra aceptación pasiva de la salvación de Cristo, a través de su vida y sacrificio;  que todo lo que necesitamos hacer es aceptar la obra que El hizo en el Calvario.  Pero leemos que, el vestido blanco usado por los santos, son las ropas de su justicia.  …Nadie os engañe; el que hace justicia es justo, como él es justo.” 1 Juan 3:7.
     Es verdad que su justicia es obtenida a través de Jesús, pero los santos no dan solamente un servicio de labios, al hecho de que la ley de Dios es santa, justa y buena (vea Romanos 7:12), sino que ejemplifican esta ley en sus vidas (vea Apocalipsis 14:12).  A través de una activa y viviente fe, han venido a ser participantes de la naturaleza divina y han escapado de la corrupción que está en el mundo, a causa de la concupiscencia (vea 2 Pedro 1:4).   Obrando en y a través de la fe en Cristo han sido limpiados de todo pecado y de todos los defectos de carácter.  “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.” Gálatas 2:20.
     Para muchos, el paso del tiempo sin el cumplimiento de la promesa de la segunda venida de Jesús es una fuente de perplejidad.  Pero la Biblia nos dice la razón de esta aparente demora.  “Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado.” Apocalipsis 19:7.  La demora ha sido debido al hecho de que la esposa o la iglesia de Cristo, no se ha preparado o alistado, para reunirse con El.  Y la manera como la iglesia de Cristo debe alistarse es quitando todos sus defectos y manchas de pecado de su carácter (vea Efesios 5:23-27).
     Nuestro carácter es revelado por las cosas que hacemos, no por los buenos actos o faltas ocasionales, sino por los hábitos que hemos desarrollado.  Los pequeños incidentes de la vida diaria que muchas veces pasan inadvertidos, son las cosas que forman nuestro carácter.  Cada evento de la vida tiene grandes consecuencias - sea para bien o para mal.  El largo curso de conducta proseguido, da mayor posibilidad de continuar el mismo curso a través de toda la vida.
     El carácter que cultivamos, las actitudes que asumimos hoy, están señalando nuestro destino para el tiempo y la eternidad.  Las elecciones que hacemos y los actos que resultan, son todos fielmente anotados en los libros celestiales de registro (vea Apocalipsis 20:11-15).  Estos revelan si nuestros caracteres se ajustan al orden de obediencia o al desorden que originó la rebelión en Lucifer.  Hoy estamos decidiendo, por nuestras actitudes y carácter, si seremos hallados vistiendo el vestido blanco de justicia o si estaremos perdidos para cuando Cristo regrese.
     La indecisión pronto llegará a ser decisión en la dirección equivocada.  Muchos fracasarán al intentar entrar al cielo y a la vida eterna, porque fallaron al hacer los esfuerzos determinados a través de Jesús, para vencer sus defectos de carácter aquí en la tierra.  Mientras muchos esperan vencer los problemas de sus vidas en algún tiempo futuro, hoy están decidiendo para pérdida eterna.
     Jesús vino a la tierra la primera vez, como el Salvador de la humanidad.  El trajo al mundo palabras de vida (vea Juan 6:63), que al recibirlas todos podrían obtener salvación.  Jesús advirtió, sin embargo, que aquellos que rehusen recibir estas palabras serán juzgados por ellas.  “El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero.” Juan 12:48.  Cuando Jesús venga por segunda vez, no vendrá como un Salvador sino como un Juez.  “Y he aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra.” Apocalipsis 22:12.
     Cuando Jesús regrese, todos los justos muertos serán resucitados y junto con los justos vivos serán tomados para recibir a Jesús en el aire (vea 1 Tesalonisenses 4:16-17).  El secreto para formar parte de esta primera resurrección es haber vencido todo pecado; porque solo quienes han vencido por el poder que Jesús ha dispuesto para que todos sean inscritos en el libro de la vida del Cordero, y sólo aquellos cuyos nombres están escritos en este libro, tendrán parte de esta resurrección.  “El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles.” Apocalipsis 3:5.
     En la aparición de Jesús, los justos se regocijarán delante de sus ojos (vea Isaías 25:9).  Los malvados están aterrorizados, buscan huir de su presencia (vea Apocalipsis 6:16), y son derribados por el resplandor de su venida (vea Apocalipsis 19:21; 2 Tesalonisenses 2:8).  Es en este momento que Satanás es atado por mil años, después será desatado por un poco de tiempo (vea Apocalipsis 20: 1-3).


NO  HAY  OPORTUNIDAD  FUTURA  PARA  CAMBIAR

     Muchos han sido inducidos a esperar una oportunidad futura, para hacer una decisión para salvación en el momento en que Satanás sea atado; pero podemos ver claramente que Satanás no será atado sino, en el momento en que Jesús regrese, en aquel momento los justos son tomados al cielo y los impíos son destruidos.  (Para más información sobre este asunto, por favor solicite nuestro tratado sobre “El Rapto Secreto”.)
     La atadura de Satanás es la limitación de las circunstancias.  Todos hemos escuchado la expresión: “Mis manos están atadas.”  Entendemos que esto significa que la persona está hablando del hecho, de que las circunstancias están más allá de su control, que está impedido de hacer aquello que de otra manera escogería hacer.  En esta situación, Satanás es confinado a la tierra.  Los malvados están muertos, los justos son quitados de en medio y después de seis mil años de intensa actividad, este ángel caído es obligado a contemplar su inminente juicio.  Isaías también habla de este momento y dice: “Mas tú (Lucifer) derribado eres hasta el Seol, a los lados del abismo.  Se inclinarán hacia ti los que te vean, te contemplarán, diciendo: ¿Es éste aquel varón que hacía temblar la tierra, que trastornaba los reinos...Pero tú echado eres de tu sepulcro como vástago abominable, como vestido de muertos pasados a espada, que descendieron al fondo de la sepultura; como cuerpo muerto hollado.  No serás contado con ellos en la sepultura;  porque tú destruiste tu tierra, mataste a tu pueblo.  No será nombrada para siempre la descendencia de los malignos.” Isaías 14:15-16, 19-20.
     Mientras que el juicio comenzó con la predicación del evangelio (vea Apocalipsis 14:6-7), éste no concluye aún; porque leemos que el juicio será dado a los santos (vea Apocalipsis 20:4).  Pablo nos dice que los santos juzgarán, no solo la tierra,  sino también a los ángeles (vea 1 Corintios 6:2-3).
     En todo proceso hay tres fases de juicio - investigación, sentencia, y ejecución de la sentencia.  La primera es el juicio investigativo.  En esta fase, la evidencia es revisada, pesada y una decisión es hecha como para saber si la culpa existe o no.  Si es determinado que la parte acusada es inocente, entonces, su proceso es finalizado con una absolución.  Pablo habla de esto a Timoteo: “Los pecados de algunos hombres se hacen patentes antes que ellos vengan a juicio, mas a otros se les descubren después.  Así mismo se hacen manifiestas las buenas obras; y las que son de otra manera, no pueden permanecer ocultas.” 1 Timoteo 5:24-25.
     Algunos hombres, por su confesión y abandono del pecado, han enviado sus pecados con anticipación para juicio y han sido perdonados y cubiertos por la sangre de Jesús.  Pero otros han rehusado hacerlo así, y algunos pecados inconfesos o no abandonados que no hayan ido de antemano al juicio, se quedarán sin perdón para condenarlos en el último día.  Serán pesados en la balanza y hallados faltos.  Este juicio de investigación debe ser completado antes de que Jesús venga, porque cuando El venga todas las decisiones ya habrán sido tomadas: ¡Quién será salvo, quién estará perdido!  ¡Entonces, será tarde para prepararse!  Debemos estar listos ahora, con nuestros pecados confesados, abandonados y perdonados, antes de la venida de Cristo.  Después de la venida de Cristo toda decisión ya estará hecha, y la segunda fase del juicio tomará lugar - la sentencia.
     En todo proceso, cuando la culpa del acusado ha sido determinada, hay una fecha fijada para dar la sentencia.  Durante este período de tiempo, la evidencia que ha sido producida en el proceso es evaluada y la sentencia determinada.  Es en esta segunda fase, que los santos justos participan.
     Justamente como hubo una resurrección para vida de los santos a la segunda venida de Jesús, hay aún una resurrección más para ser experimentada - la resurrección para condenación (vea Juan 5:29).  Los perdidos, aquellos que no fueron tomados al cielo en la primera resurrección, salen de sus tumbas al fin de los mil años (vea Apocalipsis 20:5).  En este momento, Satanás es desatado por un poco de tiempo e inmediatamente comienza otra vez su obra de engaño (vea Apocalipsis 20:5, 7-9).
     Determinado para el fin en su aborrecimiento a la justicia, el malvado bajo el liderazgo de Satanás tratará de capturar a los santos y la santa ciudad.  Es en este momento cuando ocurre la tercera y última fase del juicio.  
     Impedidos  de llevar a cabo sus propósitos, los malvados sufren el juicio ejecutivo determinado para ellos en la fase de sentencia.  Fuego desciende del cielo que consume completamente a todos los impíos - incluyendo a Satanás o el mismo Lucifer - y todos vienen a ser como nada, solo cenizas (vea Ezequiel 28:18; Malaquías 4:3).  En este lago de fuego todo el pecado y los pecadores son borrados para siempre del universo y todo rastro de rebelión es eternamente eliminado.
     Con este cuadro vívido del juicio delante de usted, la gran pregunta que necesita inquietarlo es  ¿cómo puedo salvarme a mí mismo de tan ardiente y terrible destino?  Dios misericordiosamente le dice a usted cómo:
     “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna....para que el mundo sea salvo por él....pero el que rehusa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.” Juan 3:16-17, 36.

     “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.  Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros.  Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo....Humillaos delante del Señor, y él os exaltará.” Santiago 4:7-8, 10.

     “Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo a los que habéis alcanzado, por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo...Por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser partícipes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia; vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor.  Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.” 2 Pedro 1:1, 4-8.

     “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.  Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.  Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos.  El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso y la verdad no está en él; pero el que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él. El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo.” 1 Juan 2:1-6.

     “El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre.  Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala.” Eclesiastés 12:13-14.